Avena

Como planta del norte y el último de los cereales en cosecharse, la Avena aprovecha al máximo el calor y la fuerza del sol para absorber sílice para su crecimiento, y desarrollar un alto poder nutritivo y reparador.

Gracias a su potente sistema de raíces y el largo tiempo que permanece en el campo, la avena posee además la particularidad de absorber de la tierra grandes cantidades de agua; o sea, la avena es capaz de absorber tanto calor como agua, y unir ambos elementos. Este proceso, un requisito previo para todos los procesos nutricionales y metabólicos en un organismo vivo, es único en la avena.

Pero lo que le hace realmente especial a la avena radica en la intensidad en la que el agua viaja por toda la planta, mucho mejor que en otros cereales como el mijo o el trigo.

Por eso, la avena tiene una singular riqueza en ácido silício, fósforo y hierro, que le confieren propiedades reestructurantes, fundamentales para reconstruir la cutícula, estructura protectora externa, que queda abierta y áspera en cabello seco y dañado. Las roturas y puntas abiertas quedan reducidas, siendo el resultado un cabello suave y brillante.